30 de enero de 2011

¿SERÁ VERDAD...LO QUE DICE ESTE HOMBRE?


Este es el gran servicio que la Iglesia ha de prestar a la humanidad, en su misión evangelizadora, que no es otra que la de Jesús: favorecer la vida, en el servicio a la persona.
Para poder cumplir su misión, es necesario que la Iglesia sea la primera en ser evangelizada, es decir, en dejarse mover y guiar por los criterios de Jesús. Ésa sí que es una «nueva evangelización», indispensable para que la Iglesia sea transparencia de Dios. Hay todavía demasiada institucionalización, demasiado anclaje en formas culturales superadas (también en el lenguaje trasnochado), demasiados signos de poder, de ostentación —¿por qué nos cuesta tanto volver a la sencillez y a la austeridad?— y de búsqueda de reconocimiento social, demasiada falta de transparencia...
Un signo ha de ser elocuente por sí mismo, pero¿de qué es signo una Iglesia así?,¿quién cree en ella? Noqueremos enterarnos de que la Iglesia «suena a viejo, apasado», de que «dice cosas de interés» sólo para un 2,7 % de los jóvenes, y seguimos descalificando las críticas, con el pretexto del «humanismo inmanentista» que nos envuelve,en lugar de escucharlas y acogerlas como signo de los tiempos, a través del que también el Espíritu nos está hablando.
Evangelizar la Iglesia significa superar y cambiar formas concretas, que no han nacido del Evangelio, sino de determinadas coyunturas históricas, explicables pero no «canonizables». Lo que no podemos hacer es pedir a los hombres y mujeres del siglo XXI que comulguen con «formas» culturalmente superadas. Quizás, como ha escrito Juan Martín Velasco, un observador lúcido y preocupado por la Iglesia española, muchos que decimos estar consagrados a las tareas del Reino, parece que «estuviésemos en realidad dedicados a asegurar la supervivencia de las estructuras de la Iglesia». Da la impresión, en efecto, de que la Iglesia estuviera más preocupada por su número, sus vocaciones, su futuro, su estatus en la sociedad —las quejas, tan manidas en los documentos de la jerarquía, de que la Iglesia sea «relegada», sólo puede nacer de la añoranza de un tiempo en el que se sentía «protagonista»; ¿qué le pasó a su Maestro?—, su imagen en los medios de comunicación, la salvaguarda de sus principios morales...,que por la vida de las personas, y sobre todo la vida amenazada de miles de millones de personas en el tercer y cuarto mundo. Al contrario de lo que recomendaba Jesús (Mt 6,33), no se busca tanto el Reino cuanto la «añadidura». (EL GOZO DE SER PERSONA. Enrique Martínez Lozano)

AMÉN....

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17