15 de julio de 2009

CARITAS IN VERITATE. Las oportunidades de una crisis (I)



No sé -es más, sabemos que nadie lo sabe- lo que todavía durará esta crisis económica, que, en mayor o en menor medida, al parecer muchas personas estamos sufriendo. Digo "parece", porque esta crisis aun siendo dura y cruel, está careciendo por completo de un importante eco social y no está teniendo apenas incidencia en una cada vez más devaluada opinión pública.

Probablemente los directamente afectados, no tienen a su alcance los medios adecuados para hacerse oír (ya sabemos que hace ya mucho tiempo renunciamos a la construcción de un mínimo tejido social y corporativo por el plato de lentejas del consumo y las vacaciones hipotecadas como "guay of live"). Por otra parte los habitantes de ese lucrativo tanatorio al que llamamos política institucional no están dispuestos a realizar un mínimo análisis de la crisis y muchísimo menos a mover un solo dedo para cambiar las, al parecer, hipotéticas causas que nos han llevado hasta aquí. (¡Nada de nada!, pero eso sí ¡Viva el Tratado de Lisboa!).

Sin embargo... ¿quién lo iba a decir? Es desde esa más que trasnochada y anquilosada, decrépita y arrumbada cosa a la que se llama Iglesia Católica, desde la que he tenido que recibir un poco de luz y esperanza, aliento y estímulo para pensar, llevar a cabo y dejar venir una urgente transición paradigmática posible: " La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo". Caritas in veritate, 21.

A lo largo de la Encíclica se van desgranando distintas propuestas, que progresivamente podremos ir incluyendo en este Blog, ya que son ciertamente sugerentes e interesantes de valorar. Realmente puedo decir, que merece la pena vivir (aunque a bofetada limpia) en y de esta Iglesia en la que permanece todavía el "buen olor" del evangelio de un tal Jesús.

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17