28 de febrero de 2011

CONTRA EL CAPITALISMO.Presupuestos antropológicos


Permítaseme que aísle este fragmento de la "Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones" de Adam Smith:

"El hombre reclama en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede esperarla sólo de su benevolencia. Lo conseguirá con mayor seguridad interesando en su favor el egoísmo de los otros y haciéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. [...] No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios, sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas. Nadie se propone, por lo general, promover el interés público [...] pero es conducido por una mano invisible a promover el fin que no entraba en sus intenciones".

Parece evidente que en este fragmento, su autor apela al egoísmo personal como motor de la economía y alude, como un hecho consumado, a la excepcionalidad del interés por la cosa pública.

Creo que el mismo A. Smith percibe lo paradójico de su planteamiento. Es de todo punto inviable pensar en un interés público invocando como principio y fundamento el me, mi, conmigo, para mí, de mí y toda su constelación yoísta. La mano invisible viene aquí a ocupar el papel de la glándula pineal cartesiana. El amigo Renato intentaba conciliar a la desesperada dos realidades que él consideraba "autónomas": res cogitans y res extensa. El Sr. Smith pretende conciliar un yo concentrado en el ánimo de lucro, con la realidad del "inter-esse" público. Ante esto no le queda otra alternativa que recurrir al artificio pineal de la mano invisible. La gran diferencia es que el invento glandular de Descartes no ha producido tantas hambrunas, desigualdades y muertes como el del Sr. Smith.

Otro asunto conectado con éste es el de considerar al hombre como una "naturaleza lucrativa", algo así como si el afán de lucro fuera un impulso genético, como si el egoísmo y la competitividad formaran parte de la "naturaleza humana". A esto lo llamó David Hume "falacia naturalista". Ésta surge de confundir las exigencias de la naturaleza humana con lo que no son más que rasgos de la propia cultura: el salto del "ser" al "deber ser".

Al ser pues este un rasgo cultural es suceptible de cambio y de educación. Tal vez, tras siglos siendo educados en la competitividad, el lucro, el individualismo y la posesión como horizontes vitales, va siendo hora de proponer con seriedad modelos alternativos de educación en la vida social y comunitaria, de educación cooperativa y solidaria...Y por supuesto de cercenar definitivamente esa "mano invisible" fláccida y asesina, para apretar todos hombros y corazones visibles y palpitantes, para descubrir que el auténtico lucro del hombre está escondido en el rostro de otro.

Termino con un conocido texto de Keynes: "...el problema moral de nuestra época tiene que ver con el amor al dinero, con la apelación habitual al motivo monetario en el 90 por 100 de las actividades de la vida, con el afán universal por conseguir la seguridad económica individual como principal objetivo del esfuerzo, con la aprobación social del dinero como medida del éxito constructivo y con la apelación social al instinto de acumulación como fundamento de la necesaria provisión para la familia y para el futuro".

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17