10 de diciembre de 2011

MEMORIA Y COLAPSO DE LA DEMOCRACIA

La "polis" democrática griega -uno de los fundamentos insoslayables de nuestra cultura occidental- nace y se desarrolla en torno a tres principios fundamentales:
ISONOMÍA: Igualdad ante la ley.
ISEGORÍA: Igualdad de derecho para participar en la asamblea.
ISOCRATIA: Igualdad de poder.
La ciudad griega nace en torno a la idea de ley, esto es lo que le diferencia de los otros pueblos que permiten someterse al dominio de un hombre o de una estirpe. El griego se enorgullece de no ceder más que al dominio de la ley. El hecho de ser independiente de toda sujeción de carácter personal conlleva la obediencia a las leyes generales que nos damos. ESTE ES EL JUEGO ESENCIAL DE LA DEMOCRACIA. La libertad respecto de los otros lleva consigo la adhesión voluntaria a un orden.Gracias a la ley me libro del "dominio" del más fuerte, pero a su vez tengo que someterme a su dominio.
Desde este sencillo prisma histórico tal vez se pueda afirmar que una progresiva eliminación de marcos legislativos en el mundo económico y laboral, que es lo que se viene observando desde hace mucho tiempo a nivel global, es lo mismo someter al ciudadano y al obrero al capricho personal de "los otros" tengan el nombre que estos tengan. La persecución y derribo - recién comenzada en España - de los convenios colectivos, bajo las acusaciones de reliquias del pasado y obstáculos para el crecimiento económico y la flexibilidad del mercado de trabajo, no puede ser más que un nuevo síntoma de profunda erosión de la democracia a la que podemos y debemos prepararle ya unos dignos ritos fúnebres. No es necesario ser muy perspicaz para entender que la progresiva pandemia de este sistema económico está acabando con cualquier forma de vida democrática en la tierra. Tampoco es necesario serlo para entender que no nos importa mucho dejar perder una lenta y prodigiosa labor histórica de AUTONOMÍA Y LIBERTAD.

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17