
En tiempos de anorexia intelectual a uno le excitan otras bulímicas compulsiones. En este caso leer libros y comentarlos brevemente. Pero independientemente de los personales estados de ánimo, hay que reconocer que existen libros que te invitan a darle un empujón a tu nivel de vida, que abren nuevos horizontes y te hacen respirar hondo y fresco. He disfrutado leyendo este pequeño libro, basado en largas conversaciones mantenidas con Carlo María Martini en Jerusalén, lugar en el que está viviendo desde que se jubiló de su ministerio episcopal. Es un librito que destila sabiduría última. En él encontramos el precipitado último de las múltiples experiencias y reflexiones de un cristiano obispo, inquieto y sabio. Entre tanta multiplicidad de reflexiones teológicas de todo tipo y de tanto consejo espiritual al huso, el cristiano necesita paladear de vez en cuando sabias síntesis de vida y fe. Martini vuelve a sorprender al lector con respuestas llenas de lúcida sencillez a las cuestiones más candentes con las que se enfrenta la Iglesia de hoy. Crítico y profundamente creyente Martini nos invita a recuperar una mirada más auténtica a la realidad desde el evangelio y no tanto desde algunos obtusos y caducos planteamientos atrichenramientos eclesiásticos. Altamente aconsejable para el cristiano que en su iglesia necesite respirar.