30 de mayo de 2010

LA SUERTE COMO IDEOLOGÍA Y EL QUIJOTISMO DE ANGUITA


Cuando alguien vea estas intervenciones de Anguita en la televisión pública podrá exclamar lo mismo que algunos le replicaron, en ese debate que les invito ver completo: ¡vamos a dejarnos de aproximaciones ideológicas y vamos a poner soluciones!. Es lo mismo que decir a Anguita, déjese de ideologías alternativas que con la nuestra es suficiente. ¿De verdad creerán que detrás de este sistema económico no hay ideología alguna? es más ¿de verdad se creen que para que este sistema económico funcione no necesita de ideología?.
En alguna ocasión he preguntado a algunos alumnos que cómo era posible que entre personas que trabajan lo mismo pueda, en muchas ocasiones, haber diferencias económicas enormes. Que cómo era posible que hubiera pobres muy pobres y ricos muy ricos. Con toda seriedad, muchos respondieron: porque son más listos Otros respondieron: HAN TENIDO SUERTE.
Creo no equivocarme al pensar que tanto el intento de equiparar las leyes económicas a las de la naturaleza o a las de cualquier "fatum" o decreto divino; las de apelar a la inteligencia (qué tipo de inteligencia) o al azar como motor del éxito económico personal, no es sin ir más allá, que crasa IDEOLOGÍA. La única diferencia es que como ésta es la impera es la que menos se nota.
¡Pero qué le vamos a hacer...! Como el que escribe está totalmente convencido de que este sistema económico es un destructor masivo de la persona (tal como yo la entiendo), no parece que haya otra ocpción que la de asumir el papel de Quijote (tal y como representaban al Sr. Anguita algunos medios) y seguir estanpándome no contra los molinos, sino contra los gigantes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Este sistema no es que destruya a la persona, es que en sus proesupuestos no existe el concepto de persona. Como bien dices, aquí lo que cuenta es el consumidor, que es la nueva forma antagónica del dominador, que ahora se llama especulador. Los mercados mandan, y el resto de mortales han de obedecer. El nuevo Lebiatán se llama ahora Wall Street, lo que en otro tiempo se intentó con la conquista física del mundo o con la invasión cultural, ahora se consigue con las divisas.

El sistema es injusto, pero funciona mientras siga siendo injusto. Que todos mantengan la avaricia de unos cuantos es posible. Que todos mantengamos a todos es imposible sin cambiar el sistema. Pero, ¿para qué cambiarlo? ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?

Sálvese quien pueda.

Anónimo dijo...

Por cierto, el 12 de julio es la defensa de la Tesis.

Pedro A. Amores Bonilla dijo...

Estoy más que de acuerdo con este planteamiento. Por supuesto. Nuestro sistema económico (porque es nuestro, no lo olvidemos) ha eliminado el concepto de persona y la ha reducido a la de simple consumidor. Pero es que, a nivel político, también es así. De hecho, el teórico ciudadano, entendido como sujeto con soberanía, no es tal. Es importante para un sistema político en cuanto ejerce su papel de consumidor, de súbdito consumidor. ¿Dónde está la libertad inherente a la persona humana? ¿Dónde está nuestra soberanía?

Sólo un ejemplo: El gobierno, apoyándose en un corpus ideológico basado en los mecanismos del mercado, decide inyectar dinero a los bancos para que dispongan de liquidez, sin que podamos decir nada, a favor o en contra.

Otro ejemplo: suben los impuestos indirectos, que, evidentemente, conllevan una elevación de la inflación, que se contiene restringiendo el acceso a los préstamos, por lo que sube el euribor.

Motivos que justifican estas actuaciones, los hay, está claro, y justificados según la teoría económica más clásica. Pero, de esta forma, ¿se adoptan medidas que realmente aumentan la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, y, poir ende, su bienestar material?

Cuestionable. Otra cosa es si este bienestar material nos hace libres como personas, o no.

EL CRONOLATRA dijo...

Totalmente de acuerdo contigo Pedro. ¿Cuándo a la calle...? ¿no podremos secundar el ejemplo de nuestros hermanos egipcios, tunecinos etc., etc.,? ¿acaso no tenemos razones suficientes para ello? ¿Neceistamos -como vimos hace poco- una mayor percepción de corrupción política?

Gracias por participar Pedro, nos vemos.

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17