Vengo de oxigenarme con Voltaire. Leer a un Ilustrado de vez en cuando te ayuda a mantener la moral alta y universal. El Diccionario rebosa buen humor y optimismo; ironía e ingenuidad al mismo tiempo. ¡Ay una moral universal!, ¡quién pudiera soñarla en estos tiempos!. A Voltaire se le puede perdonar su deísmo rampante, porque intenta dar un poco de luz al cristianismo milagrero y supersticioso que está viviendo. La lectura del diccionario te obliga a repensar aquella dramática - a la vez que fecunda - contradicción entre el dios de los filósofos y el dios de las religiones. Una gran lección para los que tendemos a ser filósofos de gabinete; no encontraremos en él el rigor de una filosofía profunda, tampoco el amor a la metafísica, pero sí una profunda pasión por conocer al hombre y todas sus culturas y expresiones. He aquí un gran antropólogo cultural. En definitiva: una lectura altamente recomendable.
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