16 de noviembre de 2009

POBRE HOMENAJE A IGNACIO ELLACURÍA




Con nocturnidad, alevosía y sin piedad. Así asesinaron los militares del Ejército de El Salvador al filo de la madrugada del 16 de noviembre de 1989 en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) a seis jesuitas y dos mujeres salvadoreñas. Entraron en la residencia disparando y el primer tiró fue a dar al corazón de monseñor Romero en una fotografía suya que colgaba de la pared. Diez años después de su asesinato, sabían que seguía vivo en la memoria del pueblo salvadoreño y querían matarlo de nuevo. Luego sacaron a los jesuitas al patio, les obligaron a tumbarse boca abajo y les dispararon a la cabeza.
Quiero recordar sus nombres para que queden fijados en la memoria colectiva como ejemplo vivo de compromiso ético y de fidelidad evangélica: Joaquín López, 70 años, salvadoreño, fundador de la UCA a mediados de los sesenta y director de de la obra latinoamericana de promoción social “Fe y Alegría”; Segundo Montes, burgalés, 56 años, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA; Juan Ramón Moreno, español, de la misma edad, subdirector del Centro Monseñor Romero; Amando López, español, 53 años, profesor de teología; Ignacio Martín Baró, 47 años, vallisoletano, vicerrector de grado de la UCA; Ignacio Ellacuría, 59 años, vasco, rector de la UCA, filósofo y teólogo. Eran lo más granado de la inteligencia salvadoreña y el referente del catolicismo liberador.


Con estas palabras, del teólogo J.J Tamayo quiero hacer mi pobre contribución al indispensable homenaje a Ignacio Ellacuría, filósofo y teólogo de la liberación. A aquel que puso todo su saber cordial a disposición de los más pobres y necesitados. A aquel que siguiendo la estela de otros tantos han dado su vida no por creer que otro mundo es posible... sino por haber empezado hacer realidad su esperanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que el martirio de Ellacuría es la mejor muestra de que cuando la filosofía busca estar arraigada en la realidad su voz se convierte en denuncia, una denuncia que ni los fusiles pueden acallar.

Saludo.

El blogservador

¿EL TIEMPO...?

SI NADIE ME LO PREGUNTA, LO SÉ; PERO SI QUIERO EXPLICÁRSELO AL QUE ME LO PREGUNTA, NO LO SÉ. Confesiones XI,14,17